jueves, 21 de febrero de 2013

Dulces Típicos de la Centro de México 2

Estado de México

La plasticidad de la confitería del estado está plenamente expresada en su técnica para darle forma, variedad y colorido"; no hay duda, esas características anticipan el disfrute de los sentidos y la recepción de energía producto de la combinación de frutas y azúcar, cuya hechura tiene antecedentes centenario.Si bien se conservó poco de la confitería precolombina, prevalecen en esta rama técnicas, materiales, formas y sabores cuyo origen sería europeo, español, mudéjar incluso, pero trasplantado y transformado al gusto mexicano.
Véase el amplio surtido de dulces que enumeran Gama y Gómez: "jamoncillos, chongos, roles de tamarindo, barquillos de cajeta, limones, macarrones, mostachones, marinas, frutas cristalizadas, higos, camote, calabazate, biznaga, manzanas cubiertas de caramelo, muéganos, merengue, gañotes y garapiñados".
Desde finales de octubre y durante buena parte de noviembre, aunque en sentido estricto la conmemoración de los Fieles Difuntos abarque sólo los días 1 y 2 de este mes; cada año los portales toluqueños se llenan con los paseantes que acuden a la Feria del Alfeñique, sede de esta peculiar tradición alusiva al día de Muertos.

Los puestos se ven pletóricos con las diversas figuras modeladas con el alfeñique mezcla compuesta de azúcar glass batida en huevo a la que se añade chautle (un tubérculo), borregos y otros animales, ataúdes, pero sobre todo, calaveras pequeñas, medianas o de tamaño natural, en cuya frente suelen colocarse nombres de personas, en dulce insinuación de la inevitabilidad de la muerte, pueden verse en esta tradicional feria.


Distrito Federal

La feria de la Alegría y el Olivo, se realiza desde hace 40 años en el pueblo de Santiago Tulyehualco, y se ha convertido en una de las ferias más importantes a nivel Distrito Federal.
El amaranto comienza a utilizarse desde épocas prehispánicas, en donde lo utilizaban como parte de la dieta alimenticia, y como ofrenda a los dioses.
El nombre "Alegría" se adjudicó, en el siglo XVI, al dulce que se fabrica con semilla reventada y luego, a la planta entera. Para convertir la semilla en dulce solo se le condimentaba del primero de diciembre al primero de junio, ya que la estación de lluvias no permitía la conservación de los panecillos.
El amaranto ocupó un sitio en las fiestas religiosas y ceremoniales, en donde las semillas de la alegría de otros pueblos autóctonos de la parte central de México usaban el huautli (alegría) para formar ídolos pequeños con los cuales se aseguraba el éxito en las siembras y cosechas, así como para celebrar diversas actividades en honor a Tlaloc (Dios de la Lluvia) o Huitzilopochtli (Dios de la Guerra).
El huautli estaba asociado con rituales paganos en honor a sus dioses. Cuando los Aztecas efectuaban el principal festejo del año dedicado a Huitzilopochtli, el centro de la ceremonia se constituía por un enorme ídolo del dios, confeccionado con masa de huautli y miel de abeja de maguey, tuna roja, el cual era admirado por la gente de la ciudad para luego ser despedazado y comido "con reverencia, temor y lágrimas". Esta ceremonia se le llamaba Teokualo. La masa del huahtli tenía un lugar importante en las ceremonias religiosas, con ellas se elaboraban los Huaunquiltamalli para ser ofrecidos a Xiuhtecutli, Dios del Fuego.
De lo anterior se desprende que el huautli era la planta ceremonial más importante de los Aztecas y otros pueblos del México prehispánico, sin embargo, con la llegada de los españoles, los misioneros se encargaron en abolir las ceremonias religiosas y por ende, eliminar el cultivo de la semilla. Pero la magnífica adaptación de la planta a nuestros climas, y su gran resistencia a las heladas y plagas, así como el sentido tradicionalista del pueblo, impidió su desaparición.
La semilla de amaranto se consumía especialmente en forma de atoles y tamales. Los productos más comunes era una esfera de amaranto llamada tzoatli o zoale. Para preparar las semillas de amaranto se les molía y mezclaba con miel de maguey. Los tarahumaras, mayas, tepehuanes, yaquis y miembros de otras tribus, preparaban un producto similar.

Hidalgo

La amplia dulcería hidalguense es parte de sus milenarias tradiciones, en donde sus pobladores hoy en día elaboran dulces y toda clase de delicias para halagar el paladar.
Entre ellos son famosos:
Los dulces de leche.
Los muéganos de Huasca.
Las palanquetas de piloncillo con nuez, piñones, pepita o cacahuate.
La fruta cristalizada.

Algunos de sus postres típicos son el dulce de chilacayote frito en manteca de puerco y bañado en miel aromatizada con canela, nieve de mantecado, tamales de azúcar (con masa de maíz, quesos secos, azúcar, pasas y nueces), trompaditas y embarradillas (caramelos de azúcar), achicalado (camote horneado con miel de piloncillo) y los buñuelos remojados en salsa de piloncillo con guayaba y canela. 


La Cajeta, los tumbagones, las charamuscas, las trompadas, las momias de dulce, las cocadas, la rueda de jamoncillo, los higos endulzados, son solo algunos de los ejemplos de la gran variedad de dulces típicos del estado de Guanajuato, tradición que se conserva desde épocas ancestrales y que han ido pasando de generación en generación para preservar la dulzura (literalmente) de la gran gastronomía que el estado ofrece.
Pero sin duda es en Celaya  (Guanajuato) donde podrás disfrutar de los dulces más sabrosos, como la cajeta de leche, alfeñiques y frutas en almíbar, obleas, chícharos,natillas, jamoncillo, cocadas, y en general los elaborados a base de leche. Todos estos productos los podrás encontrar en diversos lugares, pero lo más recomendable es que te des una vueltecita por el mercado, donde además de barato todos los productos son hechos con una calidad inmejorable.
Es así como la Cajeta de Celayalos tradicionales rollos de Guayaba de Jaral del Progreso, te darán la bienvenida a un mundo lleno de magia y sabor que solo este bello estado te puede ofrecer.











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